miércoles, 4 de junio de 2008

el inacabado Bataille

Hace ya unos cuantos días escribí sobre mi dura experiencia con respecto a Historia del ojo. Me estaba resultando, como decía una razonablemente olvidada cantante sin personalidad emulando a Xuxa, "duro de pelar".

Pues bien, hace menos de una semana me dirigía en autobús urbano hacia el campus universitario en busca de un título -que me darán en el 2013 si se apuran- con la citada obra entre mis manos. Decidí retomar la odisea tras unos días de descanso y de tener la mente algo más limpia. Proseguí con el libro y, cuando mis expectativas de tener el estómago bien curtido tras las últimas lecturas auguraban un triunfo seguro, tuve que cerrarlo.

Juro que me preparé. Prometo que mis conversaciones de autoconvencimiento parecían haber dado su fruto. Pero continuaré, porque el abandono no fue fácil. La cosa empezó con una serie de sudores fríos que fueron acompañados, poco a poco y sin previo aviso, por unas arcadas terribles y unos retortijones difíciles de disimular (y eso que una servidora es bien sufridiña para los dolores); el caso es que pensé que tenía que solicitar parada sólo para echar la bilis fuera y no salpicar al resto de pasajeros que ocupaban gran parte del vehículo de transporte público.

Lo peor del asunto... es que lo he dejado a cuatro páginas. En estos momentos vuelve a mi cabeza la idea de retomarlo, quizás esta noche. Y ahí está, sobre la mesa, ese gran ojo observándome desde la portada, ejerciendo sobre mí una acción hipnótica que me conduzca a un nuevo intento. Miedo puro. Un corte en un dedo y vómitos: el colmo de un hipocondríaco. Lo estoy viendo...







el pervertido

1 comentario:

O pastor eléctrico dijo...

Eu non lin a Bataille así que non sei moi ben por que comento isto. Supoño porque algunha vez me dixeron que tras a súa aparencia de pornografía áchanse profundas reflexións e postulados filosóficos. Non sei, polo que vexo a ti non te pareceu tal.
Un saúdo.
Por certo, xa me diraś desa cea. E noraboa.