miércoles, 28 de noviembre de 2007

LUCES de BOHEMIA, de Teatro del Temple

Ayer asistí a la última pero no por ello menos importante obra del IV Festival de Clásicos do Século XX especial Valle- Inclán... Luces de Bohemia cerró este festival caracterizado especialmente por la escasez de público (salvo ayer, porque claro, yo me imagino que, auque sea de oídas, la gente la conoce y por eso habrá ido a verla) con un buen montaje a cargo de la compañía Teatro del Temple.

Una propuesta interesante, con una escenografía muy llamativa, lograda y bien exprimida a mi parecer. Se trataba de 4 paneles con apariencia metálica en un lado y burras con chaquetas en el otro, que junto con un par de mesas y sillas y un interesante diseño de luces sirvió para convertir el escenario en taberna, comisaría, callejón, despacho del ministro, café, barrio, cuarto de velorio y cementerio(impresionante el baile de las estructuras en una de las escenas).


El vestuario era moderno, bien escogido y muy definitorio de todos y cada uno de los personajes. Fueron fabulosas las interpretaciones de todos los actores y actrices (a éstas últimas echamos de menos no verlas un poquito más, aunque bueno, la obra ya se sabe que es más bien de machos). Todos y cada uno de ellos cambiaron de registro sin despeinarse haciéndonos gozar de sus múltiples personalidades.


Consiguieron sin esfuerzo hacernos reír, emocionarnos, conmovernos al más puro estilo Valle sin seguir a rajatabla la definición de esperpento, mostrando personajes muy humanos con sus virtudes y especialmente con sus miserias al aire. Eso fue: la miseria humana en todo su esplendor. Fantásticas escenas las de la celda y la descripción del esperpento. También la del cementerio. Pena que el impaciente público no les dejase ni acabar... empezaron a aplaudir antes del oscuro... en fins...

lunes, 26 de noviembre de 2007

LOS CUERNOS de DON FRIOLERA, de Producciones Cachivache & Teatro Zascandil

Seguimos con el IV Festival de Teatro Clásicos do Século XX especial Valle- Inclán. Llegada al teatro antes de tiempo. Esperar en la butaca razonando vida y milagros con mi madre. Retraso de unos cuantos minutos... Supongo que estos factores también han influído en mis sensaciones acerca de esta propuesta teatral sobre Los Cuernos de Don Friolera, y esto en un día como hoy, con el tema de la violencia de género a vueltas. Coincidencias de la vida.
Interesante obra, sí señor.
Con respecto al montaje, he de decir que ya desde un principio no me congratuló demasiado la idea de que todos los personajes llevasen máscaras todo el tiempo. Un gran fallo. Perdíamos por completo la mirada del actor... de todos los actores y actrices, vaya. Tampoco me gustó demasiado saber que el director era el propio protagonista. En fins, cosas de leer el programilla de mano antes de la obra, que es una manía que tengo que a veces me condiciona negativamente, como ha sido el caso.


La obra estaba estructurada, digamos, en dos partes que se vieron interrumpidas por un inesperado y poco saludable intermedio.
En la primera, había mucho de grotesco y poco de trágico. Todo estaba llevado al exceso supongo que con una intención clara de suplir las carencias de la expresividad que restaban las máscaras a los personajes. Demasiadas manos agitándose, demasiados movimientos para mi gusto.
En relación a la segunda, sinceramente, no sabría muy bien cómo definirla. En mi opinión, trataba de contrarrestar la ausencia de conmoción y ternura existente hasta el momento con interpretaciones que no dejaban respirar demasiado al espectador.
Bonito vestuario. Buena idea la de las proyecciones. Buenos actores y actrices.
Fin de la obra: aplauso al trabajo.



La esencia del esperpento para mí abarca muchas más cosas que apariencias físicas deformadas.



sábado, 24 de noviembre de 2007

Últimos Poemas 1959- 1960- 1961, de Nâzim Hikmet


Hace ya tiempo que leí este libro por primera vez y desde entonces lo he releído tantas otras que no podría decirlo con exactitud; aún así, poca importancia tiene.

El caso que nos ocupa es más importante: este poeta turco, comprometido con su tiempo y de excelsa sensibilidad consigue conmover al lector con imágenes cotidianas y es capaz de transportarle a los lugares que describe con simples y claras pinceladas. Su poesía es directa, habla de sentimientos. Y aquí dejo este poema sin título para abrir boca...


Te amo como si comiera pan con sal

como si al despertarme de noche con fiebre

bebiera agua con la boca en el grifo,

como abro el voluminoso paquete postal, sin saber qué es ni de quién,

nervioso, contento e inquieto,

te amo como si sobrevolara por primera vez el mar.

Te amo como si en Estambul anocheciera lentamente

mientras algo se agita dentro de mí

y dijera: "¡Qué suerte estar vivo!".

RETABLO VALLE- INCLÁN, de Teatre del Repartidor

Tres han sido las piezas teatrales escogidas por la Cía. del Teatre del Repartidor (totalmente desconocida para mí hasta el día de ayer) para conformar el Retablo de Valle- Inclán con el que nos deleitaron ayer noche: en primer lugar, el despropositado "esperpento" Las Galas del Difunto y dos de los cuatro que integran el "Retablo de la avaricia, la lujuria y la muerte", La cabeza de Bautista y el por momentos absolutamente conmovedor La rosa de papel.


La obra comenzó, para ser sinceros, con no demasiada fuerza, a lo que supongo que contribuyó la escasez de público malamente repartido por el Gustavo Freire (manda huevos, IV Festival de Teatro Clásicos do Século XX especial Valle- Inclán y no había más de 80 personas con un aforo de más de 500; lo que es Galicia...) por La cabeza de Bautista. La escenografía me convenció ya desde un primer momento: muy funcional y muy bien aprovechada, la verdad es que daba bastante juego y era fácilmente manejable y vistosa.

Pero la obra adquirió fluidez y fue ganando atención y cubriendo espectativas a partir de la segunda pieza, Las Galas del Difunto. Ahí sí que era Valle, ahí sí que los grotescos personajes ganaban naturalidad y empezaban a convencer a un público que disfrutaba de la combinación entre la tragedia y la burla. Los actores y actrices, que ya habían demostrado su calidad en cuanto a voz y presencia daban vida ahora a otros personajes exhibiendo sus estupendas capacidades de cambios de registro, en algunos casos realmente asombrosas. El público, que habíamos empezado a sonreír tímidamente en el cuadro anterior dejábamos ya escapar carcajadas inevitables ante tal estética deformada tan definitoria del autor. El lenguaje se utilizaba ahora de un modo tan orgánico y comprensible que hasta daban ganas de subirse al escenario y contribuír al uso del habla esperpéntica con vulgarismos de toda clase.

Como colofón, La rosa de papel consiguió con unos trabajados acentos gallegos, agradecidos vestuarios y expresiones coloquiales que desfilasen ante nuestros ojos diversos prototipos de especímenes fácilmente reconocibles por estos lares que lograron arrancarnos la risa y la emoción y haciendo que nos sonrojásemos ante la pregunta interior de "¿cómo me puedo estar riendo en estos momentos ante tal situación trágica?", todo ello en compañía del propio Valle, al que daba vida uno de los actores con una excelente caracterización.


¿Un fallo?: La ausencia de programa de mano.
¿Una reflexión?: Nos queda mucho Valle por representar y ver representado.